Agosto 2014
El
documental llamado “La educación prohibida” nos permite reflexionar, como futuros
docentes, acerca de ciertos aspectos de gran importancia sobre el hecho
educativo. Es a través de conocimientos adquiridos en el espacio de la práctica
II y en otras materias que se procede a un breve análisis sobre tres cuestiones
particulares:
•
El conocimiento en la escuela
•
El adolescente y la subjetividad
•
La tarea docente
El conocimiento en la escuela: ¿Qué se aprende
en la escuela?
El
conocimiento es un bien cultural. Está ahí y forma parte de todas las sociedades
de todo el mundo. Pero el conocimiento puro y original no es el que llega a la
escuela. Un tamiz donde decisiones, selecciones, manipulaciones y negociaciones
entran en juego convierten a un saber de carácter científico en uno propenso a
ser enseñado en las aulas.
De
esta manera, la curricula la arman administrativos y, los docentes, se remiten
a ella a la hora de enseñar. El diseño curricular es para todo docente la hoja
de ruta que debe seguir para llegar a la meta. Entonces, tal y como sostiene el
documental ¿Qué sucede cuando los docentes se basan en cumplir detalladamente
con el programa dejando de lado, muchas veces, otro tipo de conocimientos y
vivencias que pueden surgir? ¿Qué tiene que ver esto con que las escuelas se
convierten en espacios de tedio y aburrimiento para los niños y jóvenes?
Por
un lado, desde sus orígenes, la escuela se erigió como el principal factor de
reproducción social y cultural. No podemos obviar que la escuela contribuye a
transmitir gran parte de los bienes culturales de generación en generación. Sin
embargo, también es preciso destacar que las sociedades cambian, que los
conocimientos cambian y que nada es permanente. Entonces, claro está que lo que
se aprende en la escuela es constantemente actualizado y revisado.
Pero
dicha actualización y revisión, que es realizada por expertos y
administrativos, debería partir de la
práctica misma, de la realidad misma. El documental plantea, entre otras
cuestiones, revalorizar el rol docente y ampliar el protagonismo de los
alumnos. Por lo tanto, no resultaría descabellado pensar que participen alumnos
y docentes en la determinación de
aquello que se debe enseñar en la escuela
El adolescente y la subjetividad: Aprender a
ser uno mismo
La
escuela es el ámbito en el cual los jóvenes constituyen su subjetividad y su
identidad. En la escuela, ellos son principalmente “alumnos”. Esta cuestión
identitaria se construye en el aula, en las clases y en el contacto de los
jóvenes con sus pares y con los profesores u otros directivos.
Además,
esta construcción apunta a que los adolescente puedan aprender a pensar por sí mismos,
a tomar decisiones, a clarificar sus sentimientos y emociones y a convivir con
los demás.
Cuando
en el documental, un adulto le pregunta a una joven ¿Vos no querés ser alguien en la vida? y ella sin dudarlo le
contesta con absoluta razón pero si yo ya
soy alguien en la vida, se manifiesta la importancia que tiene para la
escuela y para los docentes concebir a los jóvenes como seres auténticos,
singulares e irrepetibles y no como una masa homogénea cargada de expectativas que debe ser modelada.
Cada
alumno se “produce a sí mismo” pero esta tarea resulta imposible si el adulto
no está allí para él; es decir, si no está allí para resaltar valores como el
respeto y la responsabilidad por sobre el materialismo y la competencia, si no
está allí para ser un ejemplo con el cual identificarse o con el cual
contrastar, si no está
allí para incluir en vez de excluir.
Para el pedagogo brasileño Paulo
Freire, es una característica inherente al ser humano la capacidad de aprender.
Sostiene que el ser humano es inacabado y que, consciente de ese inacabamiento,
se sumerge en un proceso de búsqueda. El motor de esta búsqueda es la
curiosidad que, como un ser inquieto que cada uno tenemos en nuestro interior,
nos impulsa a preguntar para obtener respuestas.
El docente que deposite el
conocimiento en sus alumnos sin influencia alguna de la curiosidad, la
creatividad y la crítica no sólo logrará que sus alumnos no aprendan sino
tampoco aprenderá nada desde su rol. Porque el docente aprende al enseñar y el
alumno enseña al aprender.
Por eso, el documental refleja lo
importante que es que la escuela no acalle la curiosidad, la espontaneidad, el
interés, la voluntad, y la rebeldía de los alumnos. Y lo significativo que
resulta que el educador no exponga verdades y respuestas ya dadas, sino que los
educandos puedan descubrir esas verdades y puedan preguntar e indagar.
En síntesis, la tarea del docente
debe consistir en mostrar “misterios” para que los alumnos se “sorprendan” y
encuentren explicaciones de modo que la creación conlleve al aprendizaje.
En conclusión, el presente
documental abre las puertas a la reflexión sobre la problemática actual de la
educación. Ninguna opinión de cada persona entrevistada es la verdad absoluta
ni ninguna experiencia allí reflejada es “la mejor educación posible”. Pero
tampoco las ideas expresadas deben ser descartadas por caducidad o por ser
utópicas. Por el contrario, tal vez no sea posible aplicar en la práctica todos
esos preceptos, porque hay tantas escuelas como realidades sociales, pero si
será posible tenerlos presentes para seguir adoptando una postura reflexiva y
critica.
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