Noviembre 2013
Capítulo
1 de “Pedagogía de la autonomía: Saberes
necesarios para la práctica educativa” de Paulo Freire. ¿Porqué considera
Freire que enseñar no es transferir conocimiento, cómo lo combina con la idea
de que no hay docencia sin discencia y con la idea de que enseñar no existe sin
aprender y viceversa?
Freire propone una reflexión
crítica sobre la práctica docente que parte de la idea de que tanto teoría como
práctica están interrelacionadas y no debe darse una sin la otra. Para ello, el
autor plantea una serie de saberes fundamentales, inherentes al educador
incluso desde su propia formación. El principio fundamental que subyace a esta
interrelación es tener presente que enseñar no es transferir conocimiento por
que, en realidad, el conocimiento se va produciendo en dicho proceso. Así, este principio indispensable se combina con la idea de que tanto los
docentes como los discentes (educandos) son los sujetos de la educación y, a su
vez, tanto el educador como el educando enseñan al mismo tiempo que aprenden
porque ambos son los protagonistas del conocimiento.
En efecto, el docente debe
convencerse que “enseñar no es transferir
conocimiento, sino crear las posibilidades de su producción o de su
construcción” (Freire, Paulo: Pedagogía de la autonomía: Saberes necesarios
para la práctica educativa. Pág.8). Enseñar no es un proceso en el cual el
educador deposita el conocimiento en el educando (Esto sería la educación
bancaria). El docente debe asumirse como sujeto que produce y que posibilita el
saber y su construcción y no un mero sujeto que forma. Al mismo tiempo, el
educando ya no debe ser considerado como un objeto a formar o formado por el
educador, es decir, como un paciente que recibe los conocimientos acumulados
por el sujeto que sabe, sino como alguien que tiene dudas, que es curioso, que
puede indagar, un sujeto que participa activamente.
Es en este sentido la particular relación entre educador y educando: “quien forma se forma y re-forma al formar y quien es formado se forma y forma al ser formado” (Freire, Paulo: Pedagogía de la autonomía: Saberes necesarios para la práctica educativa. Pág.8).Por lo tanto, hay una mutua determinación entre educador y educando porque “No hay docencia sin discencia, las dos se explican y sus sujetos, a pesar de las diferencias que los connotan, no se reducen a la condición de objeto, uno del otro…” (Freire, Paulo: Pedagogía de la autonomía: Saberes necesarios para la práctica educativa. Pág.8). En definitiva, no se puede enseñar si no hay un “alguien” a quien entregarle herramientas o posibilitarle la construcción del conocimiento al mismo tiempo que no puede concebirse la enseñanza sin tener en cuenta que también se aprende de ese “alguien”. Esto último se conjuga con la idea de que enseñar no existe sin aprender y viceversa: “Quien enseña aprende al enseñar y quien aprende enseña al aprender” (Freire, Paulo: Pedagogía de la autonomía: Saberes necesarios para la práctica educativa. Pág.8).
Es en este sentido la particular relación entre educador y educando: “quien forma se forma y re-forma al formar y quien es formado se forma y forma al ser formado” (Freire, Paulo: Pedagogía de la autonomía: Saberes necesarios para la práctica educativa. Pág.8).Por lo tanto, hay una mutua determinación entre educador y educando porque “No hay docencia sin discencia, las dos se explican y sus sujetos, a pesar de las diferencias que los connotan, no se reducen a la condición de objeto, uno del otro…” (Freire, Paulo: Pedagogía de la autonomía: Saberes necesarios para la práctica educativa. Pág.8). En definitiva, no se puede enseñar si no hay un “alguien” a quien entregarle herramientas o posibilitarle la construcción del conocimiento al mismo tiempo que no puede concebirse la enseñanza sin tener en cuenta que también se aprende de ese “alguien”. Esto último se conjuga con la idea de que enseñar no existe sin aprender y viceversa: “Quien enseña aprende al enseñar y quien aprende enseña al aprender” (Freire, Paulo: Pedagogía de la autonomía: Saberes necesarios para la práctica educativa. Pág.8).
Cabe destacar la importancia el
acto de aprender. Aprendemos todo el tiempo y en diversos ámbitos. El
aprendizaje conforma un logro socio-cultural e histórico que nos enriquece como seres humanos ya que posibilita la
acumulación de conocimientos para transmitir a las generaciones venideras. El
proceso de aprender, según Freire, puede encender en el aprendiz una curiosidad
creciente. Es aquí donde la práctica
docente que venimos describiendo en las líneas anteriores debe llevarse a cabo
a través de la crítica, siendo ésta el motor para pasar de una curiosidad
ingenua a una de carácter epistemológica. La
enseñanza "bancaria" ya
mencionada, deforma la creatividad necesaria del educando y del educador por
eso “lo necesario es que, aun subordinado
a la práctica "bancaria", el educando mantenga vivo el gusto por la
rebeldía que, agudizando su curiosidad y estimulando su capacidad de
arriesgarse, de aventurarse, de cierta
forma lo "inmuniza" contra el poder aletargante del
"bancarismo". En este caso, es la fuerza creadora del aprender, de la
que forman parte la comparación, la repetición, la comprobación, la duda
rebelde, la curiosidad no fácilmente satisfecha, lo que supera los efectos
negativos del falso enseñar” (Freire,
Paulo: Pedagogía de la autonomía: Saberes necesarios para la práctica
educativa. Pág.9).
En conclusión, es en este sentido
en que enseñar no se agota al simple tratamiento del contenido sino que apunta
a la producción de las condiciones en que es posible aprender críticamente.
Así, tanto educadores como educandos se transforman en sujetos reales de la
construcción y reconstrucción del saber, activos y comprometidos conjuntamente
a dicha construcción.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario