viernes, 31 de marzo de 2017

5 ejercicios para estimular la creatividad

Por Facundo Arena, autor de "El Camino de la Creatividad". 
Twitter: @facundoarena

"Crear es simplemente, una cuestión de conectar los puntos(Steve Jobs). Los grandes creativos de la historia fueron y son personas que han sabido combinar muy bien los recursos y elementos que tenían a su disposición. Combiná ideas, objetos, recuerdos o relaciones y te vas a encontrar inmediatamente en medio de un proceso cuyo resultado dependerá en gran parte de los elementos y del ingenio.
Por esta razón, para ser "más creativos" debemos ejercitar dos aspectos fundamentales del proceso: el primero reside en nuestra capacidad de observación y percepción, la cual nos va a permitir tener más (o mejores) elementos a la hora de crear. El segundo es nuestra destreza para combinar esos elementos.
Si no sabés por dónde empezar, no te preocupes. Estos cinco ejercicios sencillos son un buen punto de partida:
1. Anotá las tres últimas oraciones de tus últimos tres chats del teléfono celular en un papel o en el anotador del mismo dispositivo. Ahora combiná esas frases en un texto (un relato, una poesía o una canción, por ejemplo) que tenga sentido para vos.
2. En un papel en blanco escribí en la parte superior la frase "¿Qué tal si...?" Ahora tomate cinco minutos para anotar una sucesión de todas las respuestas que te vengan a la mente. Durante estos cinco minutos no pretendas darle coherencia a las respuestas; intentá escribir "sin filtros". Este ejercicio también funciona muy bien en grupos, haciendo circular el papel sucesivas veces entre todos los participantes.
3. Con la cámara de fotos de tu celular, fotografíá todos los objetos azules que están en el lugar en el cual te encontrás. Luego los verdes. Armá un álbum en tu aplicación de fotos con esos objetos y ordenalos en función de cuán frecuentemente los usás o los ves. Este ejercicio podés realizarlo periódicamente en diversos ambientes.
4. Recordá un evento reciente de la última semana y preguntate: "¿Qué podría haber pasado si...?" Estudios cognitivos afirman que esta aproximación a los eventos pasados estimula nuestra imaginación y nuestra creatividad.
5. Escribí, todos los días, mucho. La escritura es la herramienta fundamental para bocetar ideas, desarrollar proyectos y construir nuestros propios relatos creativos. Escribí periódicamente con lápiz y papel, vas a ejercitar no solo tu caligrafía, sino también todas las áreas de tu mente que están íntimamente relacionadas con la imaginación, la generación de ideas y el pensamiento análitico. Y si no sabés sobre qué escribir, escribí lo primero que te venga a la mente (aunque no tenga sentido).
Es importante destacar que si bien estos ejercicios pueden ser realizados sin moverte del sillón, lo cierto es que la creatividad es un proceso dinámico, un proceso que fluye mejor en movimiento. Por esta razón muchos artistas, científicos e ingenieros tenían frecuentes rutinas para salir a caminar (caminar activa la circulación y facilita la generación y combinación de ideas).
Para terminar, recordá que la creatividad es un músculo que debe ejercitarse periódicamente, siempre a través de estímulos y experiencias. Por eso, si querés ser más creativa, no te olvides de mantener tu cerebro activo y tus sentidos bien despiertos.

jueves, 30 de marzo de 2017

Paulo Freire I

Noviembre 2013

Capítulo 1 de “Pedagogía de la autonomía: Saberes necesarios para la práctica educativa” de Paulo Freire. ¿Porqué considera Freire que enseñar no es transferir conocimiento, cómo lo combina con la idea de que no hay docencia sin discencia y con la idea de que enseñar no existe sin aprender y viceversa?

Freire propone una reflexión crítica sobre la práctica docente que parte de la idea de que tanto teoría como práctica están interrelacionadas y no debe darse una sin la otra. Para ello, el autor plantea una serie de saberes fundamentales, inherentes al educador incluso desde su propia formación. El principio fundamental que subyace a esta interrelación es tener presente que enseñar no es transferir conocimiento por que, en realidad, el conocimiento se va produciendo en dicho proceso. Así, este principio indispensable se combina con la idea de que tanto los docentes como los discentes (educandos) son los sujetos de la educación y, a su vez, tanto el educador como el educando enseñan al mismo tiempo que aprenden porque ambos son los protagonistas del conocimiento.

En efecto, el docente debe convencerse que “enseñar no es transferir conocimiento, sino crear las posibilidades de su producción o de su construcción” (Freire, Paulo: Pedagogía de la autonomía: Saberes necesarios para la práctica educativa. Pág.8). Enseñar no es un proceso en el cual el educador deposita el conocimiento en el educando (Esto sería la educación bancaria). El docente debe asumirse como sujeto que produce y que posibilita el saber y su construcción y no un mero sujeto que forma. Al mismo tiempo, el educando ya no debe ser considerado como un objeto a formar o formado por el educador, es decir, como un paciente que recibe los conocimientos acumulados por el sujeto que sabe, sino como alguien que tiene dudas, que es curioso, que puede indagar, un sujeto que participa activamente. 

Es en este sentido la particular relación entre educador y educando: “quien forma se forma y re-forma al formar y quien es formado se forma y forma al ser formado” (Freire, Paulo: Pedagogía de la autonomía: Saberes necesarios para la práctica educativa. Pág.8).Por lo tanto, hay una mutua determinación entre educador y educando porque “No hay docencia sin  discencia, las dos se explican y sus sujetos, a pesar de las diferencias que los connotan, no se reducen a la condición de objeto, uno del otro…” (Freire, Paulo: Pedagogía de la autonomía: Saberes necesarios para la práctica educativa. Pág.8). En definitiva, no se puede enseñar si no hay un “alguien” a quien entregarle herramientas o posibilitarle la construcción del conocimiento al mismo tiempo que no puede concebirse la enseñanza sin tener en cuenta que también se aprende de ese “alguien”. Esto último se conjuga con la idea de que enseñar no existe sin aprender y viceversa: Quien enseña aprende al enseñar y quien aprende enseña al aprender” (Freire, Paulo: Pedagogía de la autonomía: Saberes necesarios para la práctica educativa. Pág.8).

Cabe destacar la importancia el acto de aprender. Aprendemos todo el tiempo y en diversos ámbitos. El aprendizaje conforma un logro socio-cultural e histórico que nos enriquece como seres humanos ya que posibilita la acumulación de conocimientos para transmitir a las generaciones venideras. El proceso de aprender, según Freire, puede encender en el aprendiz una curiosidad creciente.  Es aquí donde la práctica docente que venimos describiendo en las líneas anteriores debe llevarse a cabo a través de la crítica, siendo ésta el motor para pasar de una curiosidad ingenua a una de carácter epistemológica. La  enseñanza  "bancaria" ya mencionada, deforma la creatividad necesaria del educando y del educador por eso “lo necesario es que, aun subordinado a la práctica "bancaria", el educando mantenga vivo el gusto por la rebeldía que, agudizando su curiosidad y estimulando su capacidad de arriesgarse,  de aventurarse, de cierta forma lo "inmuniza" contra el poder aletargante del "bancarismo". En este caso, es la fuerza creadora del aprender, de la que forman parte la comparación, la repetición, la comprobación, la duda rebelde, la curiosidad no fácilmente satisfecha, lo que supera los efectos negativos del falso enseñar” (Freire, Paulo: Pedagogía de la autonomía: Saberes necesarios para la práctica educativa. Pág.9).


En conclusión, es en este sentido en que enseñar no se agota al simple tratamiento del contenido sino que apunta a la producción de las condiciones en que es posible aprender críticamente. Así, tanto educadores como educandos se transforman en sujetos reales de la construcción y reconstrucción del saber, activos y comprometidos conjuntamente a dicha construcción.

Por qué la escuela tradicional es un fracaso en todo el mundo

Fuente:

"La escuela, tal como funciona en América Latina y en buena parte del mundo, tiene un formato que fue glorioso en la modernidad, pero que hoy parece estar agotado, sin poder restablecer su éxito. Hacemos lo posible para hacerla funcionar, pero no podemos", explica Jorge Eduardo Noro, doctor en educación por la Universidad Católica de Santa Fe, Argentina, en diálogo con Infobae.

"Hace aproximadamente 20 o 30 años que hace agua y no hay forma de encontrarle el rumbo, a pesar de los cambios que se han introducido", agrega.

Alumnos que aparentemente no quieren aprender, profesores que no saben cómo captar su atención, directivos que no pueden gobernar la institución y padres que ya no acompañan a sus hijos. Todos componentes de una crisis que, con distintos niveles de intensidad, afecta a la escuela en gran parte del mundo.

La pérdida de la sacralidad

"La escuela tenía un rasgo de sacralidad indiscutible porque su nacimiento estuvo asociado a las confesiones religiosas, que buscaban educar a sus feligreses. Nunca se desprendió de todo de ese carácter sagrado. Pero a medida que fue pasando el tiempo, ese formato se secularizó y pasó a cumplir un rol fundamental en la conformación de los estados modernos", dice Noro.

"Pero hay un momento en el que esa estructura empezó a caerse, en un procesos que llamo de desacralización, que se dio entre los 80 y los 90. Hoy la escuela perdió el impacto educativo que tenía, y todos los que concurren a ella parecen participar de una misma ceremonia en la que nadie cree", agrega.

La escuela tradicional ha sido víctima de las profundas transformaciones ocurridas a lo largo de la última parte del siglo XX, que alteraron bruscamente la manera de ser de los más jóvenes. Sin poder reaccionar frente a esos cambios, su estructura se ve permanentemente desbordada por demandas que no puede satisfacer.

"En tiempos históricos de cambios constantes, es normal que se hable de crisis en las instituciones"

"En unos tiempos históricos de cambios constantes, es normal que se hable de crisis en las instituciones que llevan tiempo instaladas en la sociedad, como es el caso de la familia, de la escuela, de la iglesia. Entiéndase, pues, que la escuela, que pretende resultados a medio y a largo plazo, ha de tener dificultades para seguir el ritmo de unos tiempos donde impera la rapidez de respuestas y los resultados inmediatos", explica Jaume Sarramona, catedrático de Pedagogía de la Universidad Autónoma de Barcelona, en diálogo con Infobae.

Una de las grandes transformaciones tiene que ver con la manera en la que circula el conocimiento en la actualidad. En el pasado, la principal fuente de aprendizaje y de descubrimiento intelectual era la escuela.

Pero con el avance de los medios de comunicación y de internet, la relación de los jóvenes con el conocimiento dio un vuelco. Y a los docentes les cuesta cada vez más competir con lo que ofrecen estos nuevos difusores.

"Los principales desafíos a los que la escuela ha de responder en los países avanzados -dice Sarramona- son la pérdida del monopolio que tradicionalmente tenía de la información, porque es obvio que hay más información fuera que dentro de la escuela, y multiplicidad de valores que imperan socialmente. Al reflejar esa misma diversidad conceptual del mundo y la vida en sus profesionales, le resulta difícil determinar un modelo educativo que satisfaga todas las expectativas de las familias y del conjunto de la sociedad".

Otro cambio determinante se dio en la relación entre escuela, familia y sociedad. "La escuela emitía un mensajes redundante. Decía lo mismo que la familia y la sociedad repetían. Pero ahora los mensajes sociales, familiares y escolares están desarticulados", dice Noro.

Docentes y alumnos unidos, pero por el malestar

"Tenemos nuevos actores, nuevos jóvenes que van a la escuela, pero un modelo completamente anterior. Eso produce un sentimiento de malestar, tanto para los docentes, como para los estudiantes. Que es autoritaria, que no integra su socialización externa con nuevas formas de relacionarse con los otros y con nuevas formas de enseñar", dice Nancy Palacios Mena, magíster en sociología, especializada en educación, por la Universidad del Valle, Colombia, consultada por Infobae.

"La explicación de los docentes es que los alumnos no quieren estudiar, que las familias se están desintegrando y que los niños están desadaptados. Pero los jóvenes lo ven diferente. Dicen que lo que les enseñan los maestros no es interesante, que es aburrido. Entonces los intereses de los actores están enfrentados", agrega.

La escuela tradicional era más exclusiva y dejaba a muchos sectores de la sociedad afuera. En las últimas décadas se avanzó mucho en corregir esa desigualdad, y se logró incluir a casi todos.

"Hoy tenemos 40 sujetos con distintas características e historias familiares muy diferentes"

Pero hubo una consecuencia negativa, el público se hizo más heterogéneo, cuando el método de enseñanza de la vieja escuela estaba pensado para que todos los alumnos aprendan de la misma manera, a igual velocidad.

"Antes el docente enseñaba a 30 o 40 chicos que aprendían todos al mismo tiempo, a lo largo de nueve meses. Hoy tenemos sentados a 40 sujetos con distintas características sociales e historias familiares muy diferentes. Sus procesos y tecnologías de aprendizaje varían, pero hacemos como si todos fueran iguales", explica Noro.

Estos cambios hicieron que el trabajo docente se vuelva mucho más complejo. En un contexto en sí mismo más difícil por la pérdida de autoridad de la función.

"La figura ministerial que es le daba al docente en el pasado fue sustituida por la del trabajador de la educación. Así perdió autoridad y presencia social, y se vieron desvalorizados sus conocimientos", dice el pedagogo argentino.

Además, con el ingreso de actores masivos, la institución perdió el hermetismo que la dejaba al margen de muchos conflictos sociales. "Los problemas que tienen los países, como drogas y delincuencia, llegaron a la escuela. Eso provocó un choque generacional con los maestros, que entran en conflicto con las nuevas formas de socialización y de ver el mundo de los jóvenes", dice Palacios Mena.

Hacia una escuela del siglo XXI

"No podemos insistir con un modelo que basta asomarse a una escuela para ver que no funciona, que no creen en ella ni los directivos, ni los docentes, ni los alumnos, que cuando se les pregunta para qué van dicen 'porque nos obligan', y si no, no vendrían nunca. Se debería pensar algo que sea absolutamente transformador. La concepción de tiempo, de espacio, de homogeneización que tiene la escuela, todo eso que está naturalizado, debe replantearse", dice Noro.

¿Cómo tendría que ser el modelo educativo del futuro? Es muy difícil predecir cómo será un paradigma que aún no ha sido creado, pero algunas hipótesis se pueden sostener.

"Para dar respuesta a los desafíos indicados -dice Sarramona-, la escuela ha de profundizar en la flexibilidad organizativa interna, en la utilización de los recursos más diversos y actuales, donde entra inevitablemente el mundo digital, y en la atención personalizada de cada alumno, de modo que colabore a compensar las desigualdades sociales en vez de profundizarlas".

"La administración educativa -continúa- debiera preocuparse más de estos aspectos fundamentales que de determinar de forma detallada lo que tienen que hacer los docentes, a los cuales se debiera otorgar amplia libertad de acción a cambio de velar por la consecución de resultados óptimos".

En un mundo diversificado, dinámico y en permanente transformación es muy difícil imaginar un sistema escolar unificado a nivel nacional como el que existe hoy en gran parte del mundo.

"Deberíamos estar pensando en abrir otros modelos, sin necesidad de que haya un solo, homogéneo, que funcione en todo el país. Entonces, ¿por qué no pensar que sectores educativos privados, religiosos, del ámbito de las ONG y del estado mismo, no pueden empezar a implementar otras experiencias?", se pregunta Noro

"No va a haber una escuela del futuro con una única forma, sino que habrá múltiples maneras de llegar al final del camino, que puede ser la universidad. Muchos caminos:escuelas como las de ahora, otras mucho más abiertas, a distancia, familiares. Siempre garantizando el derecho de todo ciudadano a educarse", concluye.

miércoles, 29 de marzo de 2017

Mensaje en el pizarrón


Relaciones hiperestéticas: “La sociedad de los poetas muertos” y “Another brick in the wall”

Octubre 2014

El siguiente trabajo consta de una relación hiperestética entre dos obras artísticas: la canción “Another brick in the wall” (Otro ladrillo en la pared) de Pink Floyd y el film “La sociedad de los poetas muertos”. La primera es una canción perteneciente a la película británica “Pink Floyd – The wall” (1982) del director Alan Parker. Y la segunda se trata de una película estadounidense dirigida por Peter Weir (1989) y protagonizada por Robin Williams.
A pesar de ser obras de características diferentes – una es una canción que realiza una crítica sobre un sistema educativo determinado, y la otra es un film que representa una situación en particular que acontece en una institución educativa – podemos encontrar aspectos similares en las mismas que nos permitirán reflexionar sobre la educación en sí.
Comenzamos preguntándonos: ¿Qué significa ser un ladrillo en la pared? Tal y como expresa la canción de Pink Floyd, la escuela parece ser el lugar perfecto para la producción de “ladrillos”, es decir, de niños y jóvenes estandarizados y homogéneos que entran a la escuela y salen tiempo después para reproducir indefinidamente el orden establecido.
La escuela, o mejor dicho, la educación cuestionada por la canción es aquella cuyos objetivos se basan en que el alumno reciba pasivamente los conocimientos que un docente “deposita” en él. A su vez, esta educación tiene como aliada a la disciplina porque tiende a la correcta disposición de los cuerpos, a la moderación de los mismos, al acatamiento de reglas a seguir y a castigos ante faltas cometidas. La escuela, entonces, pasa a ser análoga a una fábrica, ya que su finalidad es la de crear productos idénticos, perfectos y útiles, privilegiando la obtención de eficientes resultados.
Se va generando así, un muro o una pared que rodea a los alumnos y que no los deja ver más allá, que no los deja ser libres. Esa pared se convierte en la realidad en la que viven. Por ejemplo, cuando en el video de la canción de Pink Floyd muestran a un profesor que le dice a un alumno que no debe escribir poesía. El docente se pone a ridiculizar y a humillar al alumno delante de todos sus compañeros ya que ese no es el perfil de alumno que se pretende tener.
Este perfil de alumno exigido se caracteriza por una persona que no sea imaginativa, que no piense por sí mismo sino que se limite a escuchar y asimilar lo que se le explica, que no opine, que no vaya más allá de su pensamiento y que acepte lo dicho por el docente sin cuestionarlo.
También, en la película “La sociedad de los poetas muertos”, se retratan a profesores que castigan físicamente a sus alumnos y a padres exigentes que no quieren escuchar a sus hijos. Es así como cada sujeto, a su vez, va formando parte de esa pared de modo que todos juntos, cual idénticos ladrillos, conforman un muro que los obstaculiza.
Esta educación es la que se imparte es la escuela Walton, la institución educativa donde transcurren los hechos de la película. Aquí, no existe la innovación por parte de los docentes (ni la posibilidad de concebir a la idea “innovación” por parte de los alumnos), no se desarrolla la creatividad y por supuesto, tampoco la autorrealización, la autonomía y el autodescubrimiento.
A su vez, no hay lugar para que los alumnos se motiven, para que sean partícipes de la construcción de los conocimientos y ni que hablar de la posibilidad de ir más allá del libro y de la explicación del profesor. Hasta la llegada del profesor Keating.
Keating es el típico profesor que llega para plantear algo diferente, para romper esquemas. Su propuesta se basa en que cada uno de sus alumnos sea como quieran ser. Básicamente, lo que quiere es romper con ese orden establecido para que sus alumnos dejen de ser un ladrillo más en la pared, brindarles herramientas para que los jóvenes derriben sus muros.
La idea de libertad, es la que va a primar en su discurso. Libertad, en primer lugar, para no ser un profesor tradicional, ya que cuestiona el diseño curricular y los métodos de enseñanza. Y en segundo lugar, para proponer nuevas oportunidades de aprendizaje y nuevas metodologías. Él va inculcando en sus jóvenes estudiantes, por ejemplo, la posibilidad de ver las cosas desde otro punto de vista, la libertad para vivir el día o el momento (filosofía del Carpe Diem), la libertad para pensar por uno mismo y no guiarse por las palabras ajenas, la libertad para pensar críticamente y la libertad para escribir poesía y expresar sus emociones a través de la palabra. Lo que desea transmitir el profesor, es la búsqueda de la libertad individual de cada uno de sus alumnos, respetando sus subjetividades.
Por lo tanto, y teniendo en cuenta que los jóvenes protagonistas del film están en una edad donde buscan conformar una identidad propia y donde buscan explorar sus posibilidades vocacionales, el profesor Keating, por ejemplo, le brinda herramientas a Neil para que se decida a concurrir a la audición y, por otro lado, apoya e incentiva a Todd para que pierda la timidez y pueda expresar “su” poesía.
Es así como, gracias a este simple cambio de enfoque, estos jóvenes deciden formar parte de la sociedad de los poetas muertos dedicándose a leer producciones propias o ajenas dentro de una cueva ubicada en algún rincón del campus de la escuela. Esta agrupación representa esa negación  de la libertad de expresión que sufren en la escuela, porque al ser poetas sin “libertad” son poetas “muertos”.
Sin embargo, la educación no pasa solamente por la escuela. Este aspecto sumamente positivo que significa la educación para la libertad, en el film desemboca en un resultado trágico para Neil: termina suicidándose. Esto se debe a que el entorno familiar y escolar del adolescente y las exigencias impuestas, contrastan rotundamente con esta idea de libertad propuesta por el profesor. De esta forma, se produce en el joven un gran conflicto porque él mismo no cuenta con las herramientas para resolver esta contradicción.
Hay escuelas que se asemejan de alguna manera a la realidad de Welton porque, ya sea por la aspiración de lograr buenos resultados o por el afán de privilegiar la enseñanza, al pie de la letra, de los contenidos del currículo se olvidan de formar jóvenes íntegros. De esta manera, los alumnos terminan por no conocerse a sí mismos lo que repercute en la incertidumbre que significa no sólo su futuro profesional sino también su futuro en todos los aspectos de la vida personal.

La escuela debe posibilitar que los alumnos se auto-descubran, inspirarlos a ser libres y acompañarlos al decidir su camino porque sin compañía, se los deja a la deriva de sus impulsos. Sin compañía del docente y sin educación para la libertad, los alumnos no son más que otro ladrillo en la pared.



miércoles, 22 de marzo de 2017

“Reflexión sobre las tecnologías de la información y la comunicación en la escuela”

                                                                  Junio 2015



INTRODUCCIÓN

El presente ensayo toma como punto de partida un artículo del Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología de la Nación llamado “Tecnologías de la información y la comunicación en la escuela”. Su  coordinadora, Viviana Minzi, plantea un recorrido teórico y analítico sobre los últimos cambios y transformaciones producidas en la sociedad actual.
Su eje principal son las tecnologías multimediales y digitales que surgieron en los últimos tiempos así como su impacto en la institución escolar.
Del artículo se desprende una serie de preguntas orientadas a un acto reflexivo tanto de la propia historia personal del lector como de la realidad cognoscible.
El punto de partida del proceso se encuentra en la búsqueda de respuestas a aquellas preguntas y en la hipótesis de que es importante la articulación de las TIC con la escuela ya que posibilita la apertura del mundo para el joven y un nuevo recurso didáctico para el docente.

DESARROLLO

Quienes estamos formándonos en el campo de la docencia y/o quienes ya tuvimos nuestras primeras experiencias, comprendemos que realizar una reflexión sobre el mundo actual implica, tal y como señala Viviana Minzi[1], la inevitable marca de nuestra subjetividad como condición de posibilidad de conocimiento:
“…Al ser contemporáneos de los acontecimientos sociales, políticos, culturales, económicos y educativos que intentamos comprender, se colarán en nuestras interpretaciones, la historia personal y las marcas que las situaciones nos han dejado como experiencia.”
Sin duda, cada persona lleva consigo su trayectoria personal. Si uno ya es un adulto, puede ver hacia el pasado y reconocerlo como parte del tiempo que ya no es. Sin embargo, aunque parezca una etapa “superada”, es imprescindible volver sobre “lo que ya estaba escrito” para reflexionar sobre el presente.
Entre las diferentes etapas de nuestra historia personal, la juventud es un recorrido fundamental. No se da en todas las culturas ni en todos los tiempos de la misma manera. De hecho, cada adolescente es único, es una mezcla de procesos conscientes e inconscientes donde los diversos caminos recorridos y la historia individual de cada uno juegan entre sí.
Entonces, ¿Qué recuerdos de mi propia juventud me invaden en este momento?, ¿Cómo eran mis días durante casi toda la primera década del nuevo siglo? ¿Cómo influye mi propia juventud en el modo de ver el mundo actual?
Durante los primeros años de adolescencia, el mundo se presentaba como fuente de importantes estímulos y desafíos. La escuela presentaba los suyos, desde el ámbito del conocimiento hasta la interacción tanto con pares como con adultos. A su vez, por fuera de ella, se extendían las posibilidades de conformar lazos sociales y amistades en sitios como los clubes de barrio y colonias de verano, que a su vez eran fuente importante de entretenimiento.
Pero el mundo presentaba también otra perspectiva, otra cara: por esos tiempos, los mayores pronunciaban cada vez más seguido la palabra “crisis” y los jóvenes veíamos como aquel término era aplicable, por ejemplo, tanto a la situación económica del país en el año 2001 como también al surgimiento de nuevos conflictos bélicos entre los Estados Unidos y países de Medio Oriente. A través de la televisión veíamos como las amenazas eran globales y como la inseguridad y la desesperación eran moneda corriente.
Por otro lado, también éramos testigos de la introducción de las nuevas tecnologías en la vida cotidiana. Las computadoras ya no sólo estaban en la sala de computación de nuestra escuela. Podíamos comprar una y tenerla en casa. Podíamos comunicarnos con nuestros amigos y compañeros a través del MSN para hablar de cualquier cosa menos de la escuela. Bueno, en realidad a veces nos pasábamos la tarea pero ¿Quién podía culparnos?
Todo era inmediatez y efectividad a la hora de comunicarnos a través de internet. La información se multiplicó pero también era necesario capacitarnos. En la escuela secundaria fueron apareciendo poco a poco talleres y materias relacionadas con este nuevo fenómeno. Cursos sobre “Word” o “Exel” o las materias llamadas TIC, pasaron a formar parte de la currícula escolar, como contenido fundamental para que los jóvenes asimilemos.
En efecto, las formas para relacionarnos con nuestros amigos y con nuestros padres fueron cambiando (y ampliándose). Conformábamos amistades o interactuábamos con personas de otras localidades y hasta de otros países, buscábamos foros que se relacionaran con nuestros gustos e intereses y creábamos páginas en Fotolog para subir fotos y realizar comentarios. Hasta que surgió Facebook y Twitter y este tipo de funciones se diversificó.
Los jóvenes fuimos adquiriendo tanto conocimiento a través de las nuevas tecnologías que algunos imaginábamos un futuro laboral en contacto con ellas. Y los que no, no podían dejar de valorar la importancia, por ejemplo, de internet en la vida misma, como una extensión de nuestras posibilidades o como una herramienta importante al alcance de nuestras manos.
Al mismo tiempo, nuestros padres nos demandaban conocimientos porque querían saber cómo funcionaban esas nuevas tecnologías. Incluso actualmente, seguimos en una situación en la que los adultos aprenden de los más jóvenes.
De lo antedicho se desprende que con el avance de las tecnologías de la información y la comunicación en el ámbito de las instituciones educativas, surgió la necesidad de diseñar y desarrollar políticas educativas que contemplen el acceso universal a los recursos informáticos y a internet.
A partir de éstas políticas es posible identificar dos de las funciones más importantes de las TIC en las escuelas[2]:
La primera de ellas está relacionada con la posibilidad que brindan las nuevas tecnologías de acceder a un amplio caudal de conocimiento. De esta manera, el mundo se abre, es decir, se expande aún más para el joven, que deja de estar aislado y sentirse excluido para abrirse a su propio país y al mundo.
Por otro lado, las TIC son un recurso didáctico que los docentes pueden adoptar a la hora del proceso enseñanza-aprendizaje. Por ejemplo, en sus orígenes, la escuela adoptó como una tecnología o un recurso al pizarrón. Los tiempos que corren colocan sobre la mesa un nuevo instrumento digno de ser tenido en cuenta.
Ahora bien, más allá de las políticas que parten del estado y la articulación que los docentes puedan hacer con los nuevos soportes tecnológicos, son los jóvenes los verdaderos protagonistas de esta historia.
Para ejemplificar esta noción, a continuación se expondrá un comentario hecho por una alumna en el marco de la realización de un trabajo etnográfico correspondiente a la materia “Práctica Docente I” en el año 2013. Ante la pregunta ¿Cómo ves la escuela hoy?, su respuesta fue la siguiente:
Afuera la vida pasa por la tecnología y acá dentro lo profesores siguen escribiendo en el pizarrón como hace dos millones de años. No hay renovación. La escuela debería avanzar. A me aburre el colegio. Se enseña todo lo mismo, a todos y no se tiene en cuenta que nosotros tenemos diversos intereses. Las clases se tienen que renovar”
Entonces, ¿Cómo son los jóvenes de hoy y cuál es su relación con la cultura mediática y digital? ¿Qué demandan a la escuela? ¿Qué estrategias debemos emplear los docentes para integrar a los jóvenes con las nuevas tecnologías? ¿Con qué problemas y desafíos nos podemos llegar a encontrar?
En primer lugar hay que reconocer que las tecnologías están en la sociedad. Las TIC son casi imprescindibles en el contexto social y la escuela no puede quedarse al margen. A ella asisten los jóvenes de hoy, que nacieron en esta cultura de la tecnología y de la imagen, que trae consigo nuevas formas de lenguaje y nuevas costumbres. La doctora Verónica Dubuc[3] sostiene al respecto:
"Se puede hablar de una subcultura con las nuevas tecnologías. Hay otro manejo del tiempo. Se observan modos diferentes de comunicación y hasta una cultura marcada por la inmediatez y la revalorización de la imagen por sobre la palabra".
Hoy en día, por ejemplo, todos los alumnos poseen un celular y lo llevan a la escuela. Ocho o diez años atrás, no todos tenían uno y los que sí, los dejaban apagados en el fondo de la mochila. La cultura de la tecnología implica que el aparato forme parte del cuerpo como si fuera una extensión más. Es por ello que los jóvenes viven pendientes de ellos a cada minuto y se conectan a Facebook, mandan mensajitos por Whatsapp y suben fotos a Instagram todo el tiempo, incluso frente a los profesores.
El desafío tal vez esté en aprender a negociar con los adolescentes sin negarles el uso. En la negociación está el acuerdo, la posibilidad de que a través del diálogo se llegue a una solución válida y respetable para todos.
En segundo lugar, nos encontramos con que la escuela ya no es la única fuente válida de conocimiento para las nuevas generaciones. Los niños y los jóvenes obtienen conocimientos y nuevas destrezas sin la intervención de los adultos. En consecuencia, las clases van perdiendo lugar y terminan desprestigiándose frente a otras actividades e intereses.
Como analiza, Flavia Propper[4]:
“Con la incorporación de las TIC, se quiebra la asimetría tradicional entre docente y alumno. Hoy los alumnos tienen acceso a la misma información que los adultos y, desde múltiples fuentes, se evidencia la pérdida del monopolio de la autoridad escolar. El “juego” de saberes y poderes se redistribuye de una manera diferente entre sus protagonistas.”
Sin duda, los jóvenes de hoy se aburren fácilmente en la escuela, incluso muchos de ellos presentan problemas de aprendizaje, “copian y pegan” cuando tienen que hacer trabajos prácticos e incluso leen mucho menos. Y los profesores, a veces quedan desdibujados frente a la impronta de los alumnos.
Sin embargo, el rol de la escuela y del docente no se ha desvalorizado frente a la mirada de la sociedad. Siguen siendo la institución específica (la única) encargada de cumplir con el mandato fundacional que la sociedad le encargó: impartir capital cultural y posibilitar la conformación del ciudadano[5].
El desafío está en poder plantear en el aula de qué manera las nuevas tecnologías impactan en la escuela y cómo ésta es y será capaz de articularlas. Y así, proponer nuevos tratamientos para el saber, por ejemplo, la lectura de literatura desde las Netbooks o actividades en la red donde los chicos puedan conectarse con otros jóvenes que escriban en grupos de FanFiction[6].
En tercer lugar, los jóvenes de hoy están estimulados tanto por la realidad concreta como por la realidad virtual. Los juegos en red hasta son jugados en las mismas aulas. Entonces, los docentes, a través de estrategias y recursos improvisados deben brindarles nuevos estímulos para captar su atención.
Lo cierto es que, para captar la atención de los alumnos a veces hay que ampliar la mirada y recurrir a todas aquellas opciones que sirvan para logar el objetivo pretendido. Esto se puede conseguir si tenemos en cuenta la gran variedad apoyos técnicos con los que contamos. Por ejemplo:
“aquellos elementos con conexión a internet, como las computadoras, la pizarra digital interactiva, los teléfonos celulares de nueva generación, a los que se suma la contribución de reproductores de DVD, proyectores, grabadores y filmadoras digitales, así como los periféricos: impresoras, parlantes potenciados, auriculares, etc., todos soportes de una cultura digita multimedial”[7].
En el pasado, las lecciones en el pizarrón y dictados eran habituales. En la actualidad, tal vez lo sean pero también otras estrategias y nuevos enfoques surgieron: debates, cafés literarios, películas para analizar y ferias de ciencias son algunos ejemplos de estrategias que venimos encontrando quienes transitamos la escuela secundaria en los últimos años. 
Tal vez, si consideramos a esta época una época de transición podemos encontrar mixturas en lo que se refiere al uso de las nuevas tecnologías, pero no cabe duda que el desafío se encuentra en ampliar el horizonte hacia las posibilidades de diseñar estrategias de enseñanza significativas para las nuevas generaciones. Por ejemplo, las páginas web o videos de Youtube también pueden servir como medio para el conocimiento.
Y por último, los jóvenes de hoy, ligados a las tecnologías, se caracterizan por hacer menos uso del espacio público. Mientras que varias décadas atrás, el entretenimiento se hallaba por fuera del hogar, es decir, en las calles, los clubes y los parques; en la actualidad el joven decide quedarse en casa conectado a la red. Tal y como expresa Dubuc[8]:
"Hoy hay un menor uso del espacio público, se sale menos, hay mas miedos. A eso se suma que salir implica un programa más caro en términos económicos que quedarse en casa dejando que los chicos pasen la tarde jugando a la play o en la compu".
Entre las consecuencias se encuentra el hecho de que los padres no sepan poner límites a sus hijos, y éstos se quedan frente a la pantalla hasta altas horas. Y puede suceder, al día siguiente, que se queden dormidos en las aulas.
Si bien, la escuela posibilita en contacto del alumno con el espacio de lo público (con la comunidad, por ejemplo), el desafío se centra en la posibilidad de articular aquél espacio con las nuevas tecnologías.
Que los alumnos puedan debatir la importancia de la conexión, no sólo a nivel multimedial o digital, sino a nivel comunidad-participantes de la comunidad, puede llegar a resultar enriquecedor a la hora de conformar nuevas experiencias.

CONCLUSIÓN

Hasta aquí, tanto el recorrido personal como el recorrido teórico y expositivo, ha posibilitado una reflexión válida sobre el fenómeno de las tecnologías de la información y la comunicación.
La escuela necesita de las TIC porque ya no puede quedar al margen de un fenómeno que acapara a la sociedad entera. Es un derecho de los jóvenes, como alumnos, acceder a las nuevas tecnologías y que se le garantice los beneficios de la misma: un mundo mucho más amplio y accesible.




[1] Minzi, V (Coord). Tecnologías de la información y la comunicación en la escuela. Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología de la Nación. Bs.As. 2007.
[2] http://www.buenosaires.gob.ar/areas/educacion/evaluacioneducativa/evaluacion_tecnologia_escuela_conisbn.pdf
[3] http://www.laprensa.com.ar/426876-Nuevas-tecnologias-como-afectan-a-los-jovenes.note.aspx
[4] http://www.buenosaires.gob.ar/areas/educacion/evaluacioneducativa/evaluacion_tecnologia_escuela_conisbn.pdf
[5] Frigerio, G y Poggi, M. Institución Escolar. Ministerio de Cultura y Educación. Bs.As. 1993
[6] El término fanfiction o fan fiction hace referencia a relatos de ficción escritos por fans de una obra literaria o dramática (ya sea película, novela, programa de televisión, videojuego, anime...). En estos relatos se utilizan los personajes, situaciones y ambientes descritos en la historia original o de creación propia del autor de fanfic, y se desarrollan nuevos papeles para estos.
[7] http://www.buenosaires.gob.ar/areas/educacion/evaluacioneducativa/evaluacion_tecnologia_escuela_conisbn.pdf
[8] http://www.laprensa.com.ar/426876-Nuevas-tecnologias-como-afectan-a-los-jovenes.note.aspx

Violencia y desmotivación, los grandes retos de los maestros

La educación está en el ojo de la tormenta. Entre la polémica por la reforma de la primaria bonaerense (muy criticada por la eliminación de las notas de 1 a 3), la ley de jardines comunitarios(que responsabiliza al Estado por estas instituciones, pero también incorpora al estatuto docente a quienes no tienen título) y los episodios de violencia, en estos días se habló mucho sobre lo que sucede en las escuelas.
El panorama puede parecer poco alentador, pero entre los jóvenes crece el interés por la docencia: la matrícula en los institutos de formación aumentó 29% en los últimos 5 años. Según el último dato disponible, en 2012 había 384.980 estudiantes en los profesorados de nivel inicial, primario y secundario de todo el país.
Clarín entrevistó a quienes siguen creyendo que las aulas pueden ser espacios de aprendizaje y transformación: los nuevos maestros. Para ellos, enseñar sigue valiendo la pena, aun en este escenario lleno de arduos desafíos y dificultades inéditas.
Carina Curi (26), Eloy Crateri (24) y Susana Lajtaváry (26) están atravesando su primer año en las aulas, de la mano de la ONG Enseñá por Argentina (ver Convocan...). Con el entusiasmo intacto, ellos aseguran que la violencia y la falta de motivaciónde los alumnos son los dos problemas más graves que detectan hoy en las escuelas.
“Lo primero que me llamó la atención al llegar al aula fue la agresión que circula entre los chicos –admite Carina, maestra de Matemática y Ciencias Naturales en 6° y 7° grado en la Escuela Inmaculada Concepción de Constitución–. Muchas veces esto obedece a los problemas que traen de sus casas. Hay muchos nenes que a los 11 años prácticamente viven solo s, o rodeados de situaciones de violencia y alcoholismo en el hogar”.
Eloy, profesor de Construcción Ciudadana en el colegio Santa Rosa de Lima, en Villa Rosa, coincide: “El mayor desafío es comprender la enorme complejidad que los chicos tienen detrás, la ‘mochila’ con la que llegan al aula, y que los condiciona en su rendimiento”. Para Eloy, es fundamental que los docentes “les insistan a los chicos en que pueden evitar repetir las historias familiares ” y “mostrarles opciones” para que puedan construir sus proyectos de vida.
Para Susana, que trabaja con chicos de 3° y 4° grado en un centro de apoyo escolar en Villa Martelli, el principal reto es combatir la falta de motivación de los estudiantes. “Algunos padres te dicen: Ya no sé qué hacer con él , y te dejan a su hijo. Frente a esa etiqueta, es muy difícil motivar a los chicos, lograr que vean el valor de la educación y mostrarles que ellos pueden ”, cuenta. Más que nunca, dice Susana, enseñar exige convencer a los chicos de que son capaces de aprender.
Estos docentes jóvenes también admiten que la “ contención ” de los chicos ya forma parte del rol de los maestros, aunque reconocen que el aprendizaje tiene que volver a estar en el centro. “El trabajo solo tiene sentido cuando lográs que todos aprendan. Eso exige encontrar la mejor manera para cada chico, que quizás no coincide con la forma en que planificaste tu clase. Por eso, un buen docente tiene que ser creativo y flexible ”, dice Susana.
Claro que, en tiempos de Google, lo principal es enseñar habilidades más que contenidos. “Mi objetivo en el aula es despertar la curiosidad de los alumnos, que se hagan preguntas. Creo que un buen docente tiene que alimentar el espíritu crítico de los chicos, que sean cuestionadores y partícipes de su aprendizaje”, añade Eloy.
Para los expertos, uno de los grandes desafíos de la docencia hoy es la innovación, asociada sobre todo a la irrupción de las nuevas tecnologías. Para Gabriel Latorre, especialista de Fundación Lúminis, es clave “enseñar a identificar, analizar e interpretar de manera crítica la información a la que acceden los alumnos en la web; poder detectar quién la produce y valida, para así transformarla en conocimiento”.
Sandra Ziegler, investigadora de FLACSO, subraya que la escuela actual se ve desafiada por lo que ocurre fuera de sus muros: “Los docentes hoy trabajan en un sistema educativo masificado, desigual y heterogéneo, y esto implica prepararse para trabajar en instituciones que tienen el mandato de ser inclusivas. Además, las transformaciones de las sociedades de las últimas décadas, atravesadas por las tecnologías y los medios, los niveles importantes de pobreza y marginación, y la incertidumbre sobre el futuro, plantean un escenario diferente del que tradicionalmente tuvo la escolarización”.

Fuente: Clarín. 25/9/2014